jueves, 3 de junio de 2010

“¡Y ya lo ven, somos campeones otra vez!”


Por William González Badillo del Heraldo de Barranquilla

Se sudó, se corrió, se luchó, nadie dio un brazo a torcer, Junior derrotaba 3-1 a La Equidad y estaba a pocos segundos de sumar la sexta estrella en su escudo, dando fin a una espera de seis años sin título.
Y por fin se dio. El árbitro Wílmar Roldán dio por terminado el encuentro y la locura se tomó el alma de todos los jugadores que en un solo grito se unieron: ¡Campeones!

Titulares, suplentes, cuerpo técnico, toda la familia Junior corrió al centro del campo y se unió en solo abrazo.
“¡Por fin, campeones!”, gritaba emocionado Hayder Palacio, mientras se abrazaba con su compadre Émerson Acuña y Martín Arzuaga, tres de los costeños del plantel.
En otro lado de la cancha, solo, calmado, como siempre se le ha conocido, estaba un nostálgico Diego Édison Umaña.
Un sonrisa leve mostraba en su rostro, acompañada de unos ojos vidriosos. Su asistente, Alex Escobar, lo cobijó en un fuerte abrazo y solo pronunció un “Felicidades Diego, lo logramos”.
“Siento una emoción grandísima por la gente. Es difícil hablar ahora, está uno muy emocionado. Ojalá lo pueda disfrutar la gente, hay mucha fiesta y me siento tranquilo por que hayamos provocado esto”, afirmó Umaña.
Uno de los más emocionados era el goleador porteño Carlos Bacca. Celebró con su gente, felicitó a cada uno de sus compañeros y subió a la tarima de premiación a recibir el ‘Botín de Oro’ que lo coronó como el máximo artillero de la Liga Postobón, con 12 tantos.
“Estoy muy contento. Este título y el ‘Botín de Oro’ se lo dedico a mi familia y a todo Puerto Colombia”, comentó Bacca. Los jóvenes no lo podían creer. Jossymar Gómez y Vladimir Hernández estaban viviendo un sueño.
“Así lo soñé, gracias a toda esta gente que llenó este estadio y cumplió mi deseo, esto es para ustedes”, afirmó La Pulga.
“Se consigue un título anhelado, mi primer año como profesional y se alcanzan las cosas, esperemos que todo siga así y el próximo año jugar la copa Libertadores”, dijo un ilusionado Jossymar.
Todos recibieron la medalla de campeón y esperaban ansiosos el deseado trofeo. Y el momento llegó. El capitán Giovanni Hernández lo tomó, y en medio del grito de la hinchada y una lluvia de confeti, lo levantó junto a sus compañeros, al unísono grito de “¡Campeones! ¡Campeones!”.
La vuelta olímpica al Metropolitano se dio de polo a polo, y todos le dedicaron el título a la sufrida hinchada barranquillera.
“Sin ellos no somos nada”, concluyó Giovanni Hernández

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