Por: Weildler Guerra Curvelo
Publicado en el El Heraldo
Domingo 27 de Junio de 2010
El proceso de conmemoración del Bicentenario de nuestra independencia como república coincide con una disposición claramente manifestada en las urnas por los habitantes del Caribe colombiano de buscar cohesionados su autonomía regional. Esta no debe ser entendida simplemente en su mero carácter administrativo y territorial sino que debe involucrar una autoafirmativa dimensión cultural. Por ello en buena hora es justo destacar la conformación por la alcaldesa de Cartagena de una comisión asesora para la conmemoración del Bicentenario de la independencia de esta emblemática ciudad- de alta valoración afectiva y simbólica para todos los caribeños- en el año 2011.
La fecha escogida para presentar ante la ciudadanía local y regional fue apropiadamente el 24 de junio, día en que se evoca la llamada Noche de San Juan de 1821, en la que las tropas republicanas comandadas por el coronel guajiro José Prudencio Padilla asestaron un golpe decisivo a la flotilla naval española que se encontraba en el Arsenal. Esta acción consolidó el control militar sobre Cartagena y el naval sobre las costas continentales de la naciente república situación que se sellaría en 1823 en la batalla naval de Maracaibo.
Esto nos anuncia que la próxima década se caracterizará por una alta densidad conmemorativa que puede y debe armonizarse con las demandas sociales y políticas de la sociedad regional. Por supuesto las conmemoraciones no son el único vehículo que influye en la construcción de un sentido de pasado colectivo en las agrupaciones humanas y existe una amplia variedad de prácticas académicas, políticas, económicas, literarias, culturales y artísticas que ayudan a una comunidad o región a estructurar el pasado como una flexible red de asociaciones simbólicas e institucionales compartidas. Por ello debemos preguntarnos ¿Cómo planean conmemorar los distintos gobiernos departamentales y municipales del Caribe los doscientos años de nuestra independencia como república y los eventos históricos, regionales y locales asociados a ésta?
A la vez que celebramos el acertado rumbo planteado por Judith Pinedo, alcaldesa de Cartagena, es necesario señalar que en algunas entidades territoriales del Caribe el tema no ha sido siquiera planteado. No falta el recursivo gobernante que sale del paso añadiendo el término Bicentenario a cuanta carrera de sacos o inauguración de albercas coincida con tan importante fecha. Ni mucho menos aquel otro que espera que desde las alturas del gobierno central le organicen su propia celebración local ¿Pero deben los gobernantes y ciudadanos ser indiferentes a procesos conmemorativos como el del Bicentenario? .
Las conmemoraciones, afirma el historiador norteamericano Geoffrey Cubitt en su libro History and memory, pueden estimular la reflexión colectiva sobre el valor simbólico o político de un evento evocando su potencialidad histórica y permitiendo la apertura de nuevas visiones acerca de una sociedad determinada. Ellas renuevan la notabilidad de un evento, levantando marcas sobre el tiempo profano y reelaborando la conexión entre un extenso sistema de sentidos y la totalidad de un pasado compartido. También funcionan como reservas de sentido para que las comunidades debatan y quizás ajusten los significados que encuentran en su propia historia. Por ello conmemoraciones como la del Bicentenario deberían tener que ver más con el presente y con el futuro que con el pasado.
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